Noviembre del año 2015. En la pista de aterrizaje que les iba a llevar de vuelta a España, una familia se despedía de sus amigos keniatas. Alejandro, el niño de 10 años, saca de su bolsillo una brújula con la que han estado jugando estos días y se la pone en la mano a su amigo. «Mira Dennis, en esa dirección está nuestra casa. Toma esta brújula para que te acuerdes de nosotros». El keniata emocionado, vuelve a abrazar a Alejandro. Yo miro la escena y con lágrimas en los ojos le hago una promesa a Dennis. «Vamos a llevarte a nuestra casa algún día, te lo prometo».
Abril del año 2019. En el aeropuerto de Barajas esperamos nerviosos una llegada muy deseada. Les había pedido que me avisaran desde Amsterdam de que todo iba bien pero no recibí ningún mensaje. Así que mientras esperamos, Gustavo me dice: «Estamos esperando a alguien que ni siquiera sabemos si va en este vuelo». Es cierto, ten fe. Han pasado más de cuatro años desde que le prometimos a Dennis que le traeríamos a casa. Cuatro años en los que nos han denegado la visa dos veces. Pero seguimos intentándolo. Cuatro años de idas y venidas a Nairobi con la dificultad que ello supone para estas personas. Visitas mías a la policía, cartas a la embajada, llamadas telefónicas solicitando ayuda… ¡Cuántas veces le escribí a Dennis: «This time we are going to get it»! Y él me respondía: «Let´s pray and cross fingers».
En nuestro último viaje este año, sumamos un amigo más a nuestros corazones. Su nombre es Yegon y trabaja en el mismo campamento que Dennis. En el aeropuerto de Barajas esperamos la llegada de nuestros dos amigos keniatas. Hoy es viernes y el lunes de esta misma semana, nuestros amigos recibieron una llamada de la Embajada de España en Nairobi. Les decían que debían presentarse al día siguiente para conocer el resultado de su solicitud de visado. Esta llamada era la tercera vez que la teníamos en estos años de intentos fallidos. Pero esta vez había una diferencia. Esta vez les dijeron que no olvidaran llevar su pasaporte. Las otras veces no lo habían necesitado ya que cuando se deniega una visa no necesitan el pasaporte, en cambio si te la aceptan, debes llevarlo para que la añadan a una de sus hojas. «Pray and fingers crossed». Cuando recibo una foto a mi whatsapp donde se ve la visa de nuestros amigos que ha sido aceptada, siento que mi corazón se me acelera y mi sonrisa refleja felicidad absoluta de objetivo cumplido.
«Allí están», grita Gus. Ya los veo. Dennis, con su inconfundible manta Maasai y Yegon con su sonrisa amplia. Nos abrazamos mientras Dennis dice que no puede creerlo. Yo le respondo, «lo conseguimos, te lo dije». Dos keniatas han llegado a Madrid porque hace cuatro años la fortuna decidió juntar sus vidas. Ellos son parte fundamental de que Gus y yo decidiéramos prestar nuestra ayuda a los habitantes de una región de Kenia. Ellos nos han inspirado y movido hacia delante cuando las dificultades se han ido presentando. Ellos nos acogieron en su país y ahora nosotros hacemos lo mismo.
Hay una frase que Dennis repite mucho estos días y que a mi me encanta cómo suena en inglés: «This is a lifetime experience». Esta es una experiencia para toda la vida. Y es que quién le iba a decir a este maasai cuando era niño que volaría a España a conocer una forma de vida tan diferente a la suya y donde iba a recibir tanto cariño. Dice él que nunca podrá volver a tener una vivencia que supere a esta. Pero eso es que todavía no nos conoce del todo bien.
Continuará…