Cuaderno de viaje

Tercer viaje, día 6

Estamos tramando algo. Ese podría ser el resumen de hoy.
Pero como para no terminar así el relato os contaré algo más. En esta parte de Kenia es fácil encontrar pequeños grupos de casas repartidos a lo largo de muchos kilómetros. No encuentras muchas ciudades o pueblos sino pequeñas agrupaciones de casas y mucho terreno entre ellas. Al pasar por una zona de tiendas, le hemos pedido a nuestro Dennis que parase para bajar. Desde que ponemos un pie en tierra un montón de niños se nos acercan esperando que les podamos dar algo y otros por simple curiosidad. Gracias a las fotos podéis haceros una idea de lo que voy a intentar explicaros. Pequeñas tiendas con paredes de colores y con interiores oscuros. Productos expuestos en el exterior y mujeres y hombres trabajando en diferentes oficios. El medio de transporte aquí es la moto y por eso siempre ves pequeños talleres llenos de motos para reparar y hombres conversando.
Paseamos por las tiendas con mujeres sentadas en la puerta trabajando junto a niñas trabajando también y no son niñas de trece años, son niñas de cuatro o cinco pelando judías sentadas en el suelo. El shopping center está lleno de vida. Allí está la verdadera vida de esta zona maasai. Una niñita en brazos de otra nos llama la atención como nos ha pasado ya en este viaje cientos de veces. Tiene una carita tan linda… Su bracito tiene un corte que enseguida daktari Gustavo analiza por si se puede ayudar. Por suerte ya está casi cicatrizado y fuera de peligro. Gracias a Dios.
Este año Daniela hará la primera comunión y durante dos años acompaño a unos compañeros suyos en la preparación de la catequesis. Todos los miércoles nos reunimos durante una hora y les intento transmitir los valores cristianos. Ellos conocen bien el proyecto de “Una sonrisa en Kenia” al igual que todo el colegio, pero ellos especialmente lo conocen un poco más porque comparto mis experiencias y les he hablado mucho de este viaje. Cuando yo les contaba que los niños de Kenia llevan la ropa rota alguno dijo que quería ayudar. Durante los siguientes días recibí bolsas con ropa de mis niños de catequesis para los niños de Kenia. En varias de las fotos de estos días salen algunos de estos niños con ropas españolas y uno de ellos incluso con la camiseta de la selección española. Una de mis niñas me dijo: “como yo no he podido traer nada, voy a pedirle a Papá Noel un regalo para los niños de Kenia”. Son estas pequeñas cosas las que hacen que el mundo mejore. Mi misión en la catequesis está terminada y mis niños están preparados.
Para mañana tenemos un plan, bueno, tenemos varios planes que os van a gustar pero uno de ellos es volver aquí y hacer algo especial. Dentro de todo el equipaje que hemos traído, la hermana de Gus, nos mandó mucha ropa nueva de su antigua tienda para poder regalarla a estos niños. Ella, como muchos de vosotros, quisiera estar aquí y de hecho mañana lo estará porque en el shopping center habrá una nueva tienda donde cobraremos en vez de con dinero con abrazos.
Cerca de la zona de tiendas hay un taller donde las mujeres venden sus artesanías y que ya hemos visitado otras veces. Queremos llevar recuerdos para casa y así colaborar con las mujeres. Casi me da algo cuando veo que la mujer que nos atiende lleva en su cabeza un pañuelo del barsa. Lo primero que pienso es en mi España del alma. ¡Mira qué lejos llegas! Y lo segundo es que quién me iba a decir a mí que podría hacerme ilusión alguna vez en la vida ver un pañuelo del barsa.
Esta mañana ha pasado una cosa curiosa. A mitad de mañana, cuando íbamos caminando planeando aquello de lo que no estoy autorizada a contar todavía. Veo que Yegon mira mucho su móvil cuando de repente se para y dice: “Acabo de darme cuenta de que hoy es mi cumpleaños. Estaba tan entretenido pensando en vosotros que no me había acordado.” Abrazos para Yegon y happy birthday to you cantado a pleno pulmón por su familia española. En mi cabeza ya planeo la sorpresa de esta noche para nuestro amigo sin saber que el sorprendido esta noche no solo iba a ser él. Su regalo llega una hora más tarde subida en una moto. Su mujer Prisca, viene a que le ayudemos con un problema dental. Mañana queremos ir a la clínica temprano a terminar algunos casos ya que a las dos y media del mediodía sale nuestra odiada avioneta que nos llevará lejos de los niñitos, de la tierra roja, de los coloridos vestidos maasais, lejos de nuestros amigos.
Hemos comido en mitad de la sabana, bajo una preciosa acacia. El ambiente es fantástico pero ya huele a despedida aunque nadie lo nombra. Al contrario. Planeamos y planeamos futuros encuentros para borrar de nuestras cabezas la futura despedida. Al llegar al campamento nos han preparado una cena en un lugar mágico. Una sala más privada en la parte superior del edificio con vistas a la noche iluminada por la enorme luna. Una luz muy tenue con lámparas de aceite y velas. Un mantel especial y nuestra gente especial.
Con Dennis hemos planeado traerle una tarta a Yegon pero me dice que no ha sido posible. Intento pensar en alguna otra manera de celebrarle su cumpleaños cuando por las escaleras empieza a escucharse una canción. Edmund, el cocinero, encabeza un grupo de personal del campamento cantando y bailando. La sala se ilumina de pronto con toda esa buena energía de la gente. Son canciones alegres y acabamos todos bailando alrededor de la mesa. Y para terminar, una tarta de chocolate con sus velas para nuestro Yegon que nos dice que nunca se lo habían celebrado así. Daniela ya está llorando. No puedo ni imaginarme cómo será mañana.
Antes de marchar vamos a visitar un colegio donde entregaremos todo el material. Hemos tenido mala suerte porque los niños están ahora en periodo de vacaciones y eso nos ha entristecido muchísimo. Uno de los mejores momentos de nuestro anterior viaje fue la visita al colegio y lo esperábamos con ilusión. Pero por otro lado, en este viaje las dosis de niños que estamos teniendo son incluso mejores. Nos vamos a dormir intentando pensar en la visita al poblado y al colegio porque detrás de ese pensamiento está otro que hace que se me ponga el nudo en la garganta. Solo escribirlo y ya empieza a apretar. Disfrutad con las fotos mientras yo trago saliva.
 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *