Cuaderno de viaje

Nuestro segundo viaje, dia 2:

Nuestro segundo viaje, día 2:

6:30 de la mañana y llaman a la puerta. Con mi desorientación y sueño me golpeo la cabeza con la madera, nada grave, estoy bien. Hemos dormido muy poco. Finalmente no eran las tripas de Gus. Unos leones estuvieron cazando cerca del campamento y yo creo que se echaron la siesta frente a nuestra tienda. Pero hoy no toca hablar de animales sino de personas.

Llegamos a la clínica y ponemos todo en marcha. Los primeros pacientes asoman sus cabezas preguntando si ya pueden entrar y, acelerando todos los preparativos, comenzamos. Nos cuesta un poquito adaptarnos a las dificultades del espacio y del equipo pero Gustavo va sorteando los obstáculos con una tranquilidad increíble. Las condiciones de trabajo son las que son, qué os voy a contar. Alejandro aprende de su padre y nos sorprende nuevamente con su buena disposición. Este niño está hecho de buena pasta.

Poco a poco nuestra sala de espera se va llenando y cada persona que atendemos se marcha agradecida. Me encanta ver cómo se miran en el espejo sorprendidos cuando Gustavo, de la nada, se fabrica un diente y reconstruye lo imposible. Aquí hay mucho trabajo. Vamos a necesitaros a todos los de casa, allí en España, para seguir haciendo cosas porque esto vale la pena. Mucho por hacer pero mucho realizado también. Hoy se ha cumplido el sueño que empezó hace tres años por un golpe de suerte y aquí estamos, con una fila de personas en la puerta esperándonos, necesitándonos. Esto es precioso. Ver salir a la gente y cómo les enseñan a los otros sus nuevas dentaduras es una bendición para nosotros. Es nuestra gasolina.

Somos un equipo. Gustavo, Alejandro y yo con los pacientes. Mara enseña español, Daniela reparte los cepillos y pastas dentales y hasta el abuelo no ha querido perderse nada y observa orgulloso desde su silla pensando cómo es posible que tenga esta tremenda fortuna de vivir lo que se puede decir VIDA, así con mayúsculas. Dennis y Yegon, nuestros más mejores amigos keniatas, junto a nosotros también, como debe ser. Fuera, en nuestra sala de espera, suena la música, el idioma universal para transmitir buena onda, buen rollo, good vibes. Y aquí todos estamos cargados de good vibes.

Estas gentes son personas fuertes. Ni una queja, ni un ¡Ay! Nada. Hoy he aprendido una palabra nueva en suahili, daktari, doctor. Daktari Gustavo, me gusta. Tal vez aquí todo me gusta, eso también puede ser. No soy objetiva porque el que mis pies no estén tocando el suelo por la felicidad puede que influya un poco.

Tomamos muchas precauciones durante nuestra atención a los pacientes y cuando nos quitamos el último par de guantes podemos respirar tranquilos porque todo ha salido perfecto. Todavía tenemos tiempo de coger el jeep y disfrutar de los olores y colores de Maasai Mara. Siempre afortunados, hemos podido ver un grupo grande de leones tras una cacería, devorando un pumba menos afortunado que nosotros y que los leones. Nuestro Dennis ha nombrado oficialmente a Mara miembro de la tribu Maasai y la ha vestido con la tela típica de su pueblo. Con el espíritu Maasai en nuestros cuerpos, nos hemos animado a competir con Dennis a ver quién salta más. ¿Alguna duda sobre el ganador?

Cenamos con nuestros amigos a la luz de las velas. Hablamos de posibles planes y de planes imposibles. Posibles planes: podremos ir a conocer a la familia de Dennis ya que su aldea está cerca de uno de los colegios que queremos visitar.

Planes imposibles: a las siete de la mañana se ha programado una carrera de relevos entre un colombiano y una española contra dos keniatas. Aunque mi amor es mucho amor por el corredor colombiano, debo poner como imposible que ganemos a los keniatas pero… eso será mañana y como bien dicen “debemos hacer posible lo imposible “.

Un comentario en “Nuestro segundo viaje, dia 2:

  1. Soy del colegio el Salvador de Zaragoza, donde ayer nos contaste las cosas que hacéis. Me encantaría que con nuestro dinero pudieseis seguir adelante con vuestro proyecto y que podais sacar otro proyecto adelante .

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