Nuestro segundo viaje, día 3:
6:30 de la mañana y otra vez en pie. Hoy hemos sido conscientes de las dificultades que podemos encontrarnos en nuestra misión. No siempre todo es fácil, nadie dijo que lo fuera, pero la buena suerte hasta ahora nos había tenido muy consentidos.
Las complicaciones comienzan con el primer paciente. ¿Habéis oído hablar del “síndrome del recomendado”? Se trata de cuando quieres quedar súper bien con alguien porque es amigo de tal o primo de cual o es el jefe de no sé qué empresa importantísima… En esas ocasiones que quieres lucirte con tu trabajo y que suene un redoble de tambores cuando terminas como diciendo… toma ya, ahí queda eso!! Pero el síndrome del recomendado no termina con redoble de tambor sino que acabas teniendo algún tipo de problema poco habitual pero que justo con esa mismísima persona te tiene que pasar.
Nuestro primer paciente es Simon, una persona importante de aquí ya que es el coordinador de Africa Foundation con quien hemos colaborado en este proyecto. Problema: una muela del juicio que le provoca mucho dolor. Nos ponemos manos a la obra preparados para escuchar los tambores, las trompetas y hasta el trombón. Y se complica. Nos encontramos en Kenia, con unos equipos muy inferiores a los habituales en las clínicas dentales, con unas condiciones de trabajo nada óptimas, con instrumental reducido, con más de diez personas ya esperando en la puerta y con una cirugía de una muela del juicio complicada, muy complicada. Pero Daktari Gustavo vuelve a sorprendernos con su increíble habilidad para darle solución a todo lo que se lo ponga por delante. Una cirugía que en cualquier clínica dental es difícil, aquí se convierte en un desafío. Simon se va exhausto pero con su problema solucionado. Aunque ha sido una victoria nos deja el ánimo tocado ya que por primera vez somos conscientes de que una complicación aquí puede ser terrible.
Tratamos de agilizar el ritmo de trabajo ya que las personas se nos van acumulando pero, como decía al principio, hoy nuestra estrella de la buena suerte estaba de vacaciones y el generador que proporciona luz al campamento se ha apagado. Pero como dice la canción de Queen: “I don’t want to stop at all” y como llevamos velocidad de crucero, seguimos haciendo los empastes hasta que la luz decide volver a visitarnos. Hay una frase de Gustavo que siempre me ha gustado que es “estamos trabajando con las uñas” que quiere decir que no tienes los medios, herramientas, materiales necesarios pero lo haces. Hoy nuestras uñas han sufrido y mucho. Cuando llevamos cinco horas de trabajo en una mañana llena de dificultades, el motor de la aspiración se invierte y en vez de succionar comienza a expulsar el agua. ¿Hola? “Querida buena suerte, como este año he sido muy buena quiero que vuelvas a sentarte justo donde ayer te dejé y vuelvas a acompañarnos cuando más te necesitamos. Gracias.”
Tenemos que seguir, no podemos estar parados. Mientras buscan al “ingeniero”, así lo llaman, (buscadlo en las fotos a ver quién lo encuentra) seleccionamos los casos que no necesiten mucha aspiración y seguimos. Como escupidera, un vaso de plástico. Atendemos varios pacientes más en esas condiciones. Cuando toca sacar un diente más sencillo, Gustavo aprovecha para enseñarle al doctor de aquí cómo sacarlo. ¡Ay la emoción de este hombre al conseguirlo! Con esto terminamos por hoy. Es tiempo de trabajar en otro sentido, el humano. Es tiempo de compartir con la gente, conversar, reír, aprender. Dennis y Yegon siempre con nosotros.
Nuestro Dennis es un maasai y hoy nos ha sorprendido vistiendo su traje típico y participando en el baile alrededor del fuego con las canciones de su tribu. Nos cuenta cómo, cuando era niño, bebía sangre de vaca con leche cada día y cómo en su casa, en época de lluvias, no podían dormir por la cantidad de agua que entraba por el tejado. Cuando llegaba la mañana, él tenía que ir al colegio sin haber comido nada ya que la lluvia apagaba el fuego con el que cocinan y muerto de sueño tras una noche sin dormir por el agua cayendo del techo e inundando la casa hecha con adobe. Cenamos rodeados de nuestros amigos y riendo con las ocurrencias de Gustavo que está pensando vender todo en España y comprarse unas vacas en Kenia e irse a vivir allí. Risas, abrazos, más risas y más abrazos. Mirando la escena de mi gran familia siento que mi buena estrella ha vuelto y está sentada otra vez justo a mi lado, junto a Dennis.